La fascinante historia del astrofotógrafo mexicano que capturó las pirámides de Chichén Itzá con la Vía Láctea de fondo

Chichén Itzá

La historia de Roberto Fernández, un contador de profesión, es un testimonio inspirador de la capacidad humana para reinventarse y encontrar en la fotografía una vía de escape ante el estrés. Recomendado por su médico, este apasionado individuo se aventuró en el arte de la captura de imágenes, transformándose en un reconocido astrofotógrafo mexicano cuyas fascinantes fotografías celestiales han captado incluso la atención de la prestigiosa NASA.

Según una detallada reseña del reconocido diario El Sol de México, los primeros pasos de Roberto en este fascinante camino estuvieron marcados por su enfoque en la fotografía deportiva. Sin esperar remuneración alguna, se presentaba incansablemente en los encuentros futbolísticos del equipo Atlante de México en Cancún, su hogar, con el anhelo de obtener una valiosa acreditación de prensa que le permitiera acceder al campo de juego. Sin embargo, cuando el Atlante descendió a la segunda división, Roberto desvió su mirada hacia los cielos estrellados.

«Fue entonces, en aquel momento en que el fútbol perdió su brillo y novedad en Cancún, cuando mis equipos fotográficos destinados a la disciplina deportiva adquirieron una nueva perspectiva. Decidí adentrarme en el vasto terreno de la astrofotografía, desafiando los límites de la óptica en lugar de recurrir a los tradicionales telescopios», confió Roberto en una entrevista con la Agencia EFE, citada por El Sol de México.

La fascinación de Roberto por la Luna fue el motor que lo impulsó a dirigir su equipamiento fotográfico hacia la captura de imágenes celestiales. Fue durante un viaje, mientras contemplaba la majestuosidad de la pirámide de Chichén Itzá en la provincia de Yucatán, que encontró un vínculo místico entre aquel monumento histórico y el vasto universo.

Aprovechando la imponente claridad de un cielo despejado, logró inmortalizar una imagen cautivadora de la pirámide de Chichén Itzá, con la esplendorosa Vía Láctea como telón de fondo. Esta fotografía, cargada de simbolismo, no pasó desapercibida ante los ojos de la NASA, que no dudó en seleccionarla para ostentar el prestigioso título de «Fotografía Astronómica del Día» (APOD, por sus siglas en inglés).

«Ver mi obra publicada como APOD, un galardón reservado a las más sobresalientes imágenes astronómicas, era uno de los anhelos más profundos como astrofotógrafo. Son muchos los que lo intentan cada día», compartió Roberto emocionado y agradecido.

La historia de Roberto Fernández se eleva como un testimonio vivo de cómo una pasión puede germinar en los momentos más inesperados, impulsándonos hacia horizontes insospechados. Su dedicación y destreza en la captura de la belleza cósmica lo han convertido en un referente en el apasionante campo de la astrofotografía. Su relato nos recuerda, con contundencia, la importancia de perseguir nuestras pasiones y descubrir la belleza en los rincones más inverosímiles de nuestras vidas.

 

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