El legado de Alan Turing: el genio que concibió el test para diferenciar entre humanos y la inteligencia artificial cuando aún era ciencia ficción

Alan Turing y el test que revolucionó la IA: el genio que creó un método para diferenciar entre una máquina y un ser humano, allanando el camino para el futuro de la inteligencia artificial.

El 23 de junio se conmemoraron 111 años del nacimiento de Alan Turing, un matemático, criptoanalista e informático teórico cuyo nombre es relevante en la actualidad gracias a la popularización de la inteligencia artificial (IA) y, en particular, a la aparición de ChatGPT. Turing diseñó en 1950 lo que se conoce como el «Test de Turing», que consiste en un método para determinar si una máquina puede demostrar inteligencia humana al interactuar en una conversación con un ser humano, sin que este último pueda distinguir si está hablando con una máquina o con otro ser humano.

Para llevar a cabo el Test de Turing, se introduce un «juez» y un programa computacional en una sala de interrogatorios donde no pueden verse entre sí. El «juez» entabla conversaciones con los dos participantes y debe determinar cuál de ellos es humano y cuál es la máquina. Si el «juez» no puede distinguir correctamente entre ellos, se considera que la máquina ha pasado el Test de Turing.

Aunque esta prueba sigue siendo utilizada en la actualidad, también ha sido objeto de críticas debido a que se enfoca principalmente en el aspecto lingüístico de la inteligencia, dejando de lado otros aspectos como la percepción, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Aunque superar el Test de Turing representa un hito importante en el avance de la IA, no se considera el momento definitivo en el que una máquina adquiere la «conciencia». Sin embargo, al menos cinco «supercomputadoras» han logrado superar la prueba antes de la aparición de ChatGPT.

El primer caso ocurrió en 2014, cuando un programa llamado Eugene Goostman, que simulaba ser un niño ucraniano de 13 años, logró engañar al 33% de los «jueces» durante una conversación escrita de cinco minutos. Desde entonces, los investigadores del campo han ido abandonando progresivamente el Test de Turing en favor del desarrollo de otras formas de evaluar si una IA puede ser confundida con un ser humano o no. En la actualidad, las IAs generativas basadas en Grandes Modelos de Lenguaje (GPT) son sometidas a pruebas como la Evaluación de Comprensión General del Lenguaje (GLUE) y el Conjunto de Datos de Respuesta a Preguntas de Stanford (SQuAD).

El legado de Alan Turing va más allá del Test de Turing. Turing desarrolló conceptos fundamentales de algoritmos en una época en la que ni siquiera existían las computadoras, con su famosa Máquina de Turing. Postuló que el cerebro humano es esencialmente una máquina digital de cómputo, y su influencia se puede observar en el desarrollo de los «Captcha», aquellas pruebas que debemos superar para demostrar que no somos robots al interactuar en línea. A pesar de sus logros, el reconocimiento de Turing fue opacado por su homosexualidad. En 1952, fue condenado por esta razón y sometido a castración química. Dos años después, el 7 de junio de 1954, Turing se suicidó. Décadas más tarde, en 2014, la Reina Isabel II le otorgó un indulto póstumo en un acto simbólico.

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