¿Quieres saber qué son los NFT o «non fungible tokens (activos digitales intangibles)»? Acá te lo contamos
Los NFT o «non fungible tokens (activos digitales intangibles)» han surgido a la palestra desde hace varios días, despertando la curiosidad.
Todo esto se debe a hechos recientes como la puesta a subasta del primer tweet publicado en la red social Twitter en 2006 o el popular meme de Nyan Cat, lo que ha planteado la duda acerca de cómo se puede comprar o vender un tweet (o también puede ser una imagen publicada en Instagram o un vídeo subido a TikTok)… es decir, cómo se pueden adquirir cosas que no podemos ni tocar ni recibir.
Es así que, aprovechando que es un tema de actualidad, vamos a ayudarte a despejar algunas de esas dudas que tengas explicándote qué son los NFT y cuáles son las particulares finalidades que éstos tienen.
Conferirle un valor a un cuadro o una escultura y que esta pieza tangible de arte llegue a subastarse y pase a tener un propietario es algo que precisa de poca explicación, más allá de la subjetividad y la variabilidad con respecto al valor que se le pueda atribuitr a la posesión de tal objeto, pero todo suele ser algo más complicado cuando ese activo no se puede tocar y, además, cuando resulta reproducible con facilidad debido a sus propias características.
Por ejemplo, a la escultura del David de Miguel Angel se le puede hacer réplicas con la máxima exactitud hasta el punto de lucis indistinguible del original, pero no poseerá ni su antigüedad ni su autoría, allí otras manos habrán intervenido en esa obra y carecerá de la historia de la escultura que está expuesta en Florencia, Italia. En cambio, con un contenido digital esto es incluso más complicado poderle atribuir esa singularidad.
- Vea también: Subastan primer tweet publicado en Twitter
Por poner otro ejemplo, un archivo MP3 de una canción sí puede ser completamente indistinguible a todos los efectos del primer archivo obtenido de la grabación original, pero la atribución a la que se le puede conferir un valor es a la inscripción de la titularidad del mismo, es decir, que en un registro aparezca explícitamente expuesto quién es el propietario del archivo original. Y luego ya quedaría la cuestión de que esa titularidad obtenga un valor y el mismo se logre traducir en la cantidad de dinero que alguien esté interesado en pagar porque su nombre logre figurar en ese registro de propiedad.
Sin ir de lleno en la cuestión más compleja de la atribución cultural del valor por razón de confianza universal (por ejemplo, el oro tiene su valor porque decidimos dárselo, el Bitcoin es valioso porque decidimos que tenga su valor), en el caso de los NFT se realizaría la traslación de la convención del valor desde un activo tangible (bien sea un lingote de oro, una escultura, un auto, una casa, etc.) a uno intangible y reproducible sin que merme el original (un tweet, un MP3, una skin de un videojuego, etc.).
Esto sería la explicación del porqué un meme en estilo retro de gráficos de 8 bits como el del célebre gatito que vuela dejando un rastro de arcoiris (Nyan Cat) se volviera una pieza de coleccionista aún cuando cualquiera pueda usar la imagen: un registro en Blockchain, de inscripción inmutable e inalterable, da a entender que el meme original tiene un propietario que ha pagado una cantidad por ese derecho de propiedad y, como si fueran las escrituras de una vivienda, se las podría vender a otra persona que le confiere un valor a esa propiedad y que está dispuesta a pagar la cantidad en la que ambas partes crean conveniente.
Dicha transacción también quedaría recogida en esa parte esencial del mercado de los NFT que es el registro distribuido basado en la tecnología Blockchain y si bien cualquiera puede replicar ese meme (o ese tweet, o ese MP3) solamente habrá un único propietario del archivo original. La gran ventaja que tiene este sistema es que resulta extremadamente sencillo demostrar la propiedad de un NFT precisamente debido a la descentralización de los registros en Blockchain y a la fiabilidad en el proceso de verificación de la integridad de su contenido.
La diferencia acá es quien «compra» online una canción o una película, con un NFT sí puede ser realmente el propietario absoluto de ese contenido, mientras que en el caso de los contenidos, lo que se obtiene es la licencia para su reproducción, más no la titularidad del contenido. En el primer caso se puede ser el propietario, mientras que en el segundo se es un usuario.
La variedad de estos NFT (en ocasiones se pueden referir a estos como, simplemente, tokens) o activos intangibles es enorme y además creciente, también siendo beneficiado por el auge de las criptomonedas, esto debido a que el mercado de NFT se suele valer de dichas criptomonedas como medio de pago. De ahí que el mercado llegue a ser altamente dinámico (así como también muy volátil) y en la actualidad esté en plena fase de expansión con las más diversas variedades posibles en cuanto a qué se puede comprar y vender, siendo específica y especialmente el mundo del arte en donde más atención se está dando al respecto.
Con información de Trece Bits