La increíble supervivencia de una bacteria espacial durante seis años
Los experimentos científicos llevados a cabo en el espacio han desempeñado un papel crucial en la historia de la NASA, ya que han buscado incansablemente comprender los efectos del vasto cosmos en los diversos elementos que conforman nuestro amado planeta Tierra. Uno de estos experimentos notables tuvo lugar en la década de 1980, cuando audazmente se embarcaron células de la renombrada bacteria E. Coli a bordo de un satélite.
La bacteria E. Coli, cuyo nombre científico es Escherichia coli, es una residente común del intrincado entramado intestinal tanto de seres humanos como de animales. Aunque la mayoría de sus cepas son inofensivas, algunas lamentablemente tienen el potencial de desencadenar enfermedades. Según el prestigioso centro médico Clínica Mayo, las cepas patógenas de E. Coli pueden producir toxinas devastadoras que afectan negativamente los intestinos y los riñones, provocando síntomas desalentadores como diarrea, vómitos, calambres abdominales y fiebre.
En casos más graves, esta bacteria puede desencadenar una insuficiencia renal potencialmente mortal, conocida como síndrome urémico hemolítico (HUS). Por consiguiente, es de suma importancia inculcar hábitos de higiene rigurosos, como el lavado frecuente de manos, así como seguir una adecuada manipulación y cocción de los alimentos, en especial carnes y aves, y evitar el consumo de agua sin tratar, todo ello con el objetivo de salvaguardar nuestra salud y prevenir la aparición de esta bacteria.
La pregunta que surgió en las mentes de los científicos de la NASA fue: ¿cuánto tiempo podría sobrevivir la bacteria E. Coli en el entorno implacable del espacio? Para resolver este enigma, la agencia espacial estadounidense tomó la audaz decisión de enviar células de esta insigne bacteria a bordo del satélite conocido como Long Duration Exposure Facility (Instalación de exposición de larga duración).
De manera sorprendente y casi inverosímil, la bacteria logró mantenerse viva en el despiadado abrazo del espacio durante casi seis años. Desde el 7 de abril de 1984 hasta el 11 de enero de 1990, esta valiente bacteria vagó en la órbita baja terrestre, desafiando con destreza las adversidades del cosmos. Estos fascinantes descubrimientos, meticulosamente documentados en el notable trabajo titulado «Space Microbiology» de los distinguidos académicos Gerda Horneck, David Klaus y Rocco Mancinelli, revelan la asombrosa capacidad de adaptación y supervivencia de la E. Coli en un entorno tan inhóspito.
El satélite, de forma cilíndrica, albergaba un total de 57 experimentos diversos, entre ellos el dedicado a la bacteria E. Coli. Todos estos experimentos fueron rescatados y traídos de regreso a nuestro planeta gracias a la diligente intervención del transbordador espacial Challenger. La resistencia mostrada por la E. Coli en el espacio superó ampliamente el récord previo establecido por otra bacteria que también había emprendido un viaje espacial de manera accidental.
En un episodio anterior, la sonda lunar estadounidense no tripulada Surveyor 3, antes de su lanzamiento el 17 de abril de 1967, había sido contaminada por organismos bacterianos conocidos como Streptococcus mitis. Cuando la valiente tripulación del Apolo 12 alunizó en noviembre de 1969, tuvo el honor de traer de vuelta a nuestro planeta la mencionada sonda. En ese momento, se reveló la magnitud del descubrimiento: la NASA constató que la bacteria Streptococcus mitis había logrado sobrevivir en el crudo y desolado ambiente espacial durante más de dos años y medio.