Descubrimiento de una enorme estructura bajo Australia intriga a científicos, ¿será el resultado de un impacto de asteroide?
En los dominios de Nueva Gales del Sur, Australia, se alza un enigma que cautiva a la comunidad científica: la enigmática estructura de Deniliquin, cuyos orígenes se entrelazan con el impacto de un gigantesco asteroide. Si esta audaz teoría se confirma, nos enfrentaremos al abismo de proporciones cósmicas, al cataclismo más descomunal jamás registrado en la faz de nuestra amada esfera terrestre.
Fue en el año 2020 cuando la semilla de esta hipótesis germinó con intensidad, después de cinco años de inquebrantable dedicación por parte del eminente geólogo Andrew Glikson. Según los elocuentes dictámenes de este erudito, el asteroide habría impactado nuestro planeta hace entre 450 y 600 millones de años, en un letargo temporal que desafía nuestra minuciosa comprensión. Con un diámetro imponente de aproximadamente 520 kilómetros, esta cicatriz celeste superaría casi cuatro veces las dimensiones del renombrado cráter de Chicxulub, cuyo legado se desvanece en la penumbra de la historia con sus modestos 180 kilómetros.
Sin embargo, la existencia misma de la enigmática estructura de Deniliquin aún se debate en los recovecos del escepticismo, aunque Glikson y otros valientes científicos atesoran una amalgama de pruebas que respaldan su veracidad. La encrucijada de indicios abraza patrones de anomalías magnéticas que se desvanecen en los confines del suelo, así como una danza geológica de rasgos congruentes con el estigma de un impacto estelar.
De hecho, de acuerdo con los recientes datos recopilados por el portal DW, extraídos de las profundidades mismas de la investigación gestada por el propio geólogo, ninguna otra explicación resulta plausible: la estructura de Deniliquin nació del aliento de un asteroide.
La pesquisa en torno a este enigmático coloso apunta hacia un cataclismo sideral de proporciones apoteósicas, eclipsando con creces el evento que allanó el camino hacia la extinción de los dinosaurios en Chicxulub.
Con voz solemne, Glikson declamó: «‘Cuando un asteroide colisiona, engendra un cráter con una prominencia central. Este fenómeno guarda similitudes con el efecto de una gota de agua que, al impactar, desata un vertiginoso ballet hacia las alturas, como una piedra que desciende en un estanque efímero'».
Se estima que la enigmática estructura de Deniliquin se forjó en el momento en que un asteroide colosal, con un diámetro aproximado de 10 kilómetros, embistió nuestra morada terrenal. Este cataclismo cósmico desencadenó una exorbitante cantidad de energía, equivalente a la furia desatada por unas 100 millones de bombas atómicas, según los sabios que se sumergen en los abismos de esta disciplina celeste.
Discovery of Enormous «Landing Site» of Extraterrestrial Object😲😲😲
The colossal structure named Deniliquin, buried beneath the Southern New South Wales region of Australia, may be the remnants of the largest extraterrestrial «attacker» Earth has ever encountered. pic.twitter.com/iDG7tVfOKf
— DuongAnJohny (@DuongAnJohny) August 15, 2023